top of page

QUIZÁ... si logras ver las señales.

Actualizado: 5 dic 2018


Rossy Ruiz

1.

Cuando supo que un hijo crecía en su vientre, Adela jamás pensó, que el hombre que este algún día seria necesitaría tanto, del ingrediente que lo llevo a formarse. Lo supo cuando la primera señal surgió, justo ahí en mitad de la calle, bajo la lluvia, junto al arbusto de manzano que se ve desde su ventana. Gabriel sujeto a Violeta por el cabello y con gran fuerza la arrojo contra el pavimento, aquella mancha roja que broto bajo el rostro de Violeta y que el agua llevo por el sendero de su corazón, se mantuvo en su mente y jamás se borro. Adela grito, con tal fuerza que, por unos minutos, Gabriel se quedo estático junto al cuerpo inmóvil de Violeta, sin sentir la lluvia ni el viento que golpeaba sus cuerpos. Cuando Adela se acerco para ayudarla, Violeta intento hablar, pero las palabras no brotaron. Su cabeza daba vueltas y lo único que veía era oscuridad.

Los para-médicos pusieron a Violeta en la camilla y la subieron a la ambulancia, el medico a bordo ordeno llevarla directamente a Bogotá, porque en San Luis solo había un puesto de salud.

Gabriel vio que dos policías se acercaban. Con angustia llamó a Adela. Le pidió que le consiguiera un buen abogado. Adela accedió, después de todo era su amado hijo. Cuando sintió las esposas frías en sus muñecas, Gabriel lloro como un niño. Su madre lo abrazó y beso en la frente. Te prometo hijo que, todo va a estar bien. Le alcanzo a decir, antes que lo subieran a la patrulla.

Mientras Adela caminaba hacia la casa, por su mente paso toda su vida. Recordó el nacimiento de su hijo. Había sido uno de los momentos mas felices de su existencia. Pero hoy, al verlo por la ventana, había sentido miedo. De los ojos de su hijo salía fuego. Ese no era Gabriel. No podía ser. Adela pensó, que si no hubiese permitido que su padre lo golpeara tan fuerte, o si aquella vez que Gabriel pateo a su hermana, ella lo hubiera reprendido, o si los paramilitares que llegaron cuando Gabriel estaba terminando su bachillerato no le hubieran enseñado a disparar aquel revolver, o si la guerrilla no hubiera secuestrado a su padre, o si se hubieran salido de Zetaquira antes que la violencia arraigara, o si ella se hubiera dado cuenta a tiempo…

Los recuerdos golpeaban su cabeza y por sus mejillas las lagrimas corrían, y se confundían con las gotas de lluvia que escurrían de su cabello, ya cano por el paso del tiempo. Adela deseo con todas sus fuerzas que todo aquello solo fuera un sueño y que Gabriel aun fuera un niño.

2.

La celda estaba fría y húmeda. Gabriel sentía un fuerte dolor de cabeza, por el cachazo que le propino el comandante, cuando intento escapar. No lo podía creer. Verse ahí reducido a nada, encerrado, y todo por culpa de Violeta.

Gabriel se recargó en el muro, la tenue luz dibujaba su sombra en el piso. Froto sus manos. El frió penetraba sus huesos, los labios tocaron sus dedos y un leve suspiro salió, como queriendo escapar de su cuerpo. El dolor en su alma lo acompañaba, mientras su mente se alzaba. Quizá buscando respuestas que le permitieran entender, porque Violeta seguía provocando, sabiendo que él, era de mal genio. Que le costaba obedecer. Esa cantaleta siempre me enfurece. Todo un ejecutivo en estas. No me imagine que Violeta me llevaría a esto. Y pensar que la hice mi esposa… Mejor me hubiera quedado con la otra. Así yo tuviera aventuras, ella no me reclamaba. Violeta puso a todos en mi contra. Para mis hijos yo soy irresponsable y malo. A veces recuerdo: como era Violeta. Tan hermosa con ese pantalón verde que le marcaba el cuerpo perfecto que tenía. Hoy creo que me habían podido meter preso, ella era menor de edad, pero tan bonita y al final ya le faltaba poco para cumplir los diez y ocho años. Cuanto tiempo ha pasado… Y ahora creo que sí, la perdí.

Su compañero de celda escuchaba atentamente. Gabriel tomaba los barrotes con fuerza, sentía que había pasado una eternidad desde que vio caer a Violeta en el pavimento.

3.

La ambulancia llego al hospital y Violeta fue ingresada inmediatamente. Los médicos de turno la valoraron y decidieron intervenir. El golpe fue muy fuerte. La cirugía era bastante riesgosa. Puede quedar en la mesa. Dijo el cirujano. La enfermera fue a la sala de espera y pregunto: ¿hay algún familiar de Violeta? Debe firmar estos documentos antes de hacerle la cirugía…

Eran solo voces en la cabeza de violeta, no podía entender lo que decían, y tampoco podía identificarlas. Sabia que jamás las había escuchado antes. Le parecía que su cuerpo no pesaba nada, como si volara.

Al ver su cuerpo rígido, conectado a tantos aparatos, Violeta suspiro, y determino su presente. Recordó que, en una madrugada, había sentido como si una fuerte tormenta quisiera brotar de su interior, las gotas en su frente quemaban, y los fuertes latidos en su pecho, no la dejaban respirar. Escuchaba a Gabriel maldecir, porque ahora tendría que llevarla a la clínica. Violeta no sabia cual de sus angustias era mas fuerte, si el dolor de sentirse vulnerable o la sensación de olvido y abandono.

Pues cuando sientes esas mariposas en el estomago, sabes que continuarás adelante, porque tu corazón te dice que, es amor y además hiciste una promesa. Tu eres suya, y ya no te perteneces.

El día anterior a la primera comunión de su sobrina, Violeta descubrió que, Gabriel tenia embarazada a otra mujer. Discutieron. Gabriel grito tan fuerte, que sus piernas temblaron y por un instante todo desapareció a su alrededor, tambaleo, y se sujeto del marco de la puerta.

Las palabras de Gabriel se repetían en su cabeza, “ya le dije que, eso fue un accidente, esa mujer se presento desnuda en mi habitación, además, usted, no me venga a decir que, no tiene otro, fue por eso que, paso lo que paso, y no tengo nada con ella, solo es la mamá de mis otros hijos. Yo a quien quiero es a usted. O ¿acaso usted no es mi esposa?” Los lagos cristalinos en sus ojos, que resbalaban como ríos desbordados, hicieron que un leve color rojizo cubriera sus mejillas. Quiso abrir sus ojos, pero las luces en el techo brillaban hasta lastimar, escucho, cuando el hombre cubierto de tela quirúrgica, azul celeste, ordenó ponerle la anestesia, en los líquidos que entraban por su brazo izquierdo. No podía respirar. Intentaba mover las piernas y los brazos, pero era imposible, pesaban como rocas. Intento hablar, decirle a la enfermera que vio a su lado. Que le faltaba el aire. Pero también fue imposible. Sus labios estaban pegados. Sabia que su alma dejaría su cuerpo, si el aire no lograba llegar a sus pulmones, fue entonces, cuando escucho la voz del cirujano. Se esta ahogando, colóquele la mascara. Violeta entro en un profundo sueño. Y cuando despertó, su hijo ya no estaba, su mano en el vientre se lo dijo, solo desapareció mientras dormía. Violeta cerró sus ojos. Y con un suspiro, descanso, solo para ver su cuerpo, aun quieto, sobre la camilla.

4.

La sensación que sentía, con el ruido de las olas golpeando la bahía, era mágica. La chica nativa de la ciudad ofreció cada trenza a mil pesos. Me pareció divertido hacérmelas. Gabriel dijo que, si, podía.

Mientras nuestro hijo jugaba con la arena y el mar besaba mis pies. Cerré los ojos. Sus manos tejían mi cabello y ponía cuentas de colores en cada trenza. Cuando terminó de peinarme, le cobro a Gabriel veinte mil pesos. Él me miro. Y sentí un escalofrió por todo el cuerpo. Cuando llegamos a la habitación del hotel, me tomo por el cabello y me arrastró por el piso de cerámica, las cuentas sonaban al caer. Y mi pequeño hijo de cinco años, se refugió sobre la cama, con las piernas recogidas sujetándolas con los brazos, y apoyando la cabeza sobre ellas. Gabriel me miro y dijo. – Violeta, esa negra nos robo, y yo tuve que pagar. Si ve lo que me obliga a hacer. Ya dejé el drama. Arréglese y bajamos al restaurante que yo tengo hambre. – Pero Gabriel, usted me dijo que, me las podía hacer, además no es drama, usted me lastimo, y mire el niño, como esta, no es justo lo que me hace.

Mi reflejo en el espejo, no lo reconozco. Una voz me pregunta, ¿Quién eres tú, donde esta Violeta, porque, lloras en silencio, a que le tienes miedo?

Este recuerdo, te taladra por dentro el cerebro, el dolor ahora es más grande. Con la perdida de un hijo, que no alcanzo a formarse, mejor decidió volver al cielo. Allí no esta Gabriel.

Violeta bajo del taxi, y camino en silencio. No sabia si debía dejar de soñar. Quizá el silencio, le permitió por un momento olvidar.

5.

Al despertar de la anestesia, Violeta sintió un fuerte dolor de cabeza, que le impidió abrir los ojos. Con las manos, apretó con fuerza, pero el dolor aumentaba y le pareció que un volcán estallaba en su interior. Quiso quitarse la venda, que cubría parte de su rostro y la cabeza. Pero una mano la detuvo y una dulce voz intento tranquilizarla. - ¿Dónde estoy? – Preguntó Violeta, la enfermera le explicó que estaba en recuperación y que más tarde pasaría a una habitación. -Tus hijos están afuera, esperando para verte, en un rato los hago pasar. Violeta agradeció. Pero también empezó a recordar. Entonces sintió un dolor intenso en su corazón, fue tan fuerte que el dolor de cabeza casi desapareció.

6.

Adela fue a ver a Gabriel para presentarle un abogado. – Que lugar tan lúgubre y tan frió. ¿Cómo estas, hijo? Mira él es el abogado que te va a ayudar, ojalá puedas salir pronto de esto. Gabriel levanto la cabeza y saludo al abogado. Miro a Adela, la abrazo y con lágrimas en los ojos le pidió perdón, asegurando que no sabía que le había pasado. -Yo no quería hacerle daño. Adela guardo silencio. Gabriel pensó que su madre se veía muy triste. Pasaron unos minutos en que el silencio parecía que quería abrazarlos por siempre. Entonces Gabriel lo detuvo. - ¿cómo están mis hijos madre y Violeta como esta? – Ellos están bien, en Bogotá pendientes de su mamá, y Violeta se esta recuperando. Está animada, dice que va a hacer todo lo que dejo por ti, los niños la apoyan. Confiemos que pueda superarlo y salir adelante. – Claro que sí! Madre. Se lo merece. En verdad fui un estúpido al no entender lo importante que es ella para mí. Se que es demasiado tarde para los dos, pero me alegro por ella, es una gran mujer, no supe apreciarla. – Si hijo, pero tú también tienes que salir de todo esto, no puedes dejar la terapia que te ordenaron y con el tiempo convertirte en la persona que realmente eres. Violeta dice que jamás sentirá odio por ti. Ella desea que seas feliz y que sigas adelante con tus proyectos. Los chicos tienen un poquito de resentimiento. Es lógico, pues tuvieron que vivir toda su vida las peleas, los gritos, los maltratos…

¡ Dios! Hijo, aún no se qué fue lo que paso, yo me siento culpable, si te hubiera protegido más, de ese entorno tan hostil en que te criaste. Seguramente nada de esto hubiera pasado. -No, madre no te culpes. Yo tengo mi responsabilidad y ahora lo entiendo, debí buscar ayuda a tiempo. Violeta, varias veces me dijo. Necesitamos terapia. Pero yo no le hice caso. Me duele haber perdido todo. – Si hijo, por ahora solo queda, resarcir lo que se pueda y continuar viviendo.

Adela y su hijo se unieron en un interminable abrazo. Las lagrimas inundaron el instante y sus corazones latieron tan fuerte que, el sonido hizo que sus cuerpos temblaran y sintieron como si la vida solo fuera ese momento.

7.

Sonó el despertador, bajo de la cama y sus pies tocaron el frió piso de mármol. Violeta sabía que no podía perder ni un minuto del día. Así que camino en línea recta, tres pasos exactamente. Sintió en su rodilla la esquina de su cama. El tacto de la fibra de su manta preferida hizo que olvidara el frió que invadía su alma. Busco en un mueble de madera envejecido por el tiempo, un plato de barro, que utilizaba siempre para poner las velas que encendía cada mañana. Tomó el fósforo y con sus dedos tocó el pabilo. Se dio cuenta que estaba húmedo, sonrió y prendió la vela. Cuando el humo llevó a su cerebro el sabor de la vainilla, el sándalo y la canela, recordó el hijo en su vientre. Y supo entonces que, debía cumplir su promesa. Pues fue en el ultimo día, en el ultimo momento que Violeta sello su juramento.

Se acerco a la estufa, para preparar esos deliciosos huevos albañil que siempre la animaban a continuar el día. Mucha verdura, un porto bello, dos champiñones, dos grandes huevos de granja, y claro, no puede faltar el verdadero sabor, una cucharada de ajo molido en el mortero, con un chorro de aceite de oliva y sal de mar. La cacerola estaba caliente. El sonido de las verduras al caer en la mantequilla derretida hizo, la orquesta para sus oídos. Escuchó atentamente y sintió, cómo el ajo desplegó por toda la habitación, ese delicioso aroma que Gabriel adoraba. Caminó hacia el pequeño jardín, junto a la ventana, tomo unas hojas de romero y orégano frescas, para sazonar y terminar el plato.

8.

Se dirigió hacia el estudio, un cuarto pequeño, cálido, el escritorio estaba frente a una ventana que daba al jardín. Se veían las flores amarillas donde las abejas llegaban todos los días, para tomar su néctar. Esta hermosa vista permanecía en la mente de Violeta cada vez que se sentaba frente a su computador.

Hoy no podía esperar, puso sus manos sobre las teclas punteadas y oprimió el botón de encendido. Le dio play a esa canción de Bob Dylan que tanto le gusta. Se dispuso a continuar. Con la voz un poco tímida y algo temblorosa, empezó a dictar el texto que ya tantas veces había repasado en su mente. Faltaba tan poco y no quería detenerse, solo quería continuar hasta terminar. Paso, no sé, cuatro o cinco horas, Violeta no sentía cansancio solo ansiedad por escribir la última palabra.

Gloria llamo por teléfono, para avisarle que llegaría en treinta o cuarenta minutos. Entonces Violeta se apresuró, quería tenerlo listo para entonces.

En el corazón de Violeta aun el vacío habitaba, jamás quiso olvidar el gran amor que la unió a su esposo. Desde aquel día se propuso solo recordar los momentos felices que vivió con él, sus maravillosos hijos fueron la prueba de sus sentimientos. Cada sol al amanecer y cada luna al anochecer fueron testigos de sus sentimientos por la eternidad.

De pronto ya no escucho la música y el silencio la hizo reaccionar, la música se detuvo pensó. Entonces activo de nuevo el sonido y continúo escribiendo. Dicto las ultimas palabras. Le encendió el audio a la grabación y escucho atentamente. Cuando estuvo segura de que el texto no necesitaba ningún cambio, dicto la última palabra FIN.

El toc, toc, toc, en la puerta, Violeta fue hacia ella y la abrió, Gloria entro y las dos se abrazaron y lloraron juntas, Violeta sabia que su hijo en el cielo también lloro con ellas. De pronto todo fue mas claro para Violeta, comprendido que, podía ver sin ver, que sus ojos sin luz le permitían una percepción mas amplia de la inmensidad del universo. Supo que a partir de hoy tomaría las riendas de su vida y continuar su camino.

Son sus ojos, las canciones.

Son sus ojos, el té de canela.

Son sus ojos el frió mármol en sus pies y las manos de Gloria en las suyas

Son sus ojos las aventuras en su mente y el tibio calor de la vida.

FIN.


Quizá…si logras ver las señales

Autora: Rossy Ruiz

Diciembre 2018


56 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

EL PLAZO CONCLUYE HOY

A sus dieciocho años jamás pensó en estar muerto, su madre siempre enfermiza, lo colmo de lujos que, solo ella con su desmedido amor podía darle. Como el carrito de bomberos que vendía la señora Carme

LA VIDA

La vida, ese maravilloso instante que aun vive en mi. El Todo, es lo que tengo. El Todo, es lo que soy. Solo cuando transcender sea mi presente, estaré en ti. la belleza de este mundo quedara en todo

EL FINAL

Un camino termina, lleno de amargura y tristeza pero con lindos recuerdos, que llenaron la vida de ilusión y sueños, el camino termina, pero queda el sentimiento, del caminante que vibra y que siente

bottom of page